domingo, 30 de noviembre de 2014

Sonidos del día a día

Calma. Todo está en calma a mi alrededor… o eso es lo que parece, o quiero creer. Ya no hay acordes por las noches… Sé que volverán, pero no sé quién será el artista qué los toque y acompañe con su voz a esos acordes que quedan por venir... O quizás, vuelva a recuperar ese disco de ese artista que no ha parado de sonar estos últimos meses y me ha sacado risas, lágrimas y hecho cantar al compás de sus canciones, eso sí, con mis gallitos... Pero de momento todo está en calma por las noches, aunque la MÚSICA sigue sonando durante el día.

Música. Que no deje nunca de sonar nunca. Si no has llorado o reído alguna vez con una canción o se te ha cortado la respiración con una melodía, perdóname, pero creo que tienes un verdadero problema. Háztelo mirar... ¡y rápido!

Leí una vez en la sección de “Cartas de los lectores” de uno de los periódicos gratuitos que te dan en la puerta del metro, la carta de una chica, que me sacó una sonrisa, y con la cual me sentí totalmente identificada, decía, más o menos, así: “Algunas canciones deberían de estar prohibidas cuándo una persona conduce, como por ejemplo, “Si tú no estás aquí”, de Rosana… Es verdad, cuándo vamos conduciendo y de repente suena una canción que hace que nos desgarremos la voz, ya cantemos mejor o peor, pero da igual, a nosotros, desde nuestro yo interno, sonamos cojonudamente bien, esa canción que se mete dentro de nosotros como si no hubiera nada más a nuestro alrededor y nos dejamos la piel llena de sentimientos cantado al compás de la música. Así es que en aquel momento, en lugar de imaginar a esa chica del periódico en su coche, me imaginé a mí misma en el mío cantando a todo volumen la canción de Los Rodríguez "Todavía una canción de amor" y pensando en esa persona que siempre me decía "Te debo aún una canción de amor"... Hoy día, son otras las canciones que me atraviesan cada vez que las escucho, pero hay una en especial de Alter Bridge, que me emociona a más no poder y es Blackbird. Las dos veces que he tenido la fortuna de verlos en directo y han tocado esta canción, me he dejado la voz, pero lo alucinante, es que las lágrimas me brotaban sin darme cuenta. Y es que esa canción... Se mete en lo más profundo de mí y no porque me recuerde a alguien en concreto, no, sino que me hace pensar en las personas que se han ido sin querer de nuestras vidas*.... ¡Ah! Qué se me va la pinza 😅.¿Y qué pasó con aquel chico que me robó el corazón hace años?… Por fortuna, lo volví a recuperar… mi corazón, del chico, no volví a saber nada y en ese sentido, sólo hay un SILENCIO agradable y reconfortante a más no poder.


Silencio. Además de la música, es un "sonido" increíblemente acogedor… a veces. Lo bonito de la vida, es aprender a saber escuchar, no sólo a las personas que nos rodean, sino también, al entorno en el que vivimos. El silencio a veces dice más, que miles de palabras. A veces callas por no ofender, o porque la respiración de la persona que se encuentra tumbada a tu lado, te envuelve, y no necesitas oír nada más, esa respiración rompe el silencio, pero también, el silencio la atrapa y hace que formes parte de él… El silencio que no me gusta, es aquel que se crea, cuando dos personas ya no tienen nada que decirse. Ese silencio no es “silencio”, al menos, para mí. Ese silencio es un muro que no deja pasar realmente las palabras que queremos decir en ese momento, como “ya no te quiero”, “he conocido a alguien”, “te quiero, pero como un amigo, ya no te deseo”, “te he engañado con otro”, “me he enamorado de mi mejor amiga”, “no soporto tu risa, ni que me toques", "todo aquello que me enamoró, ahora, lo odio”… Callamos para no hacer daño. Callamos para no discutir… Callamos tanto, que hacemos que el silencio pese y duela como un clavo ardiendo.

Adoro ciertos momentos de silencio en mi vida, ya que en muchos de ellos he sacado las mejores conclusiones sobre hechos vividos, pero reconozco que me encanta el instante que esos momentos de silencio se rompen con el sonido de una risa. No hay sonido más bonito, que las RISAS de las personas a las que quiero.

Risas¿Hay sonido más envolvente que el de la risa? Risa natural. Risa contagiosa. Risa provocativa. Risa embaucadora. Risa frenética. Risa porque sí. Risa cómplice. Risa a carcajadas. Risa de dos. Risa nerviosa. Risa sexy. Risa silenciosa. Risa entre amigos. Risa pasional. Risa entre hermanos. Risa infinita. Risa tonta. Risa envolvente. Risa chistosa. Risa provocadora. Risa, simplemente, maravillosa risa… A veces nos dejamos la piel por sacarle a alguien a quien queremos, una sonrisa, incluso, nos quedamos sin aliento, pero en el momento que su cara dibuja ese paréntesis hacia arriba, el esfuerzo ha merecido la pena, porque cada suspiro, empujón, tirón, consejo, palabra, mirada, ánimo o silencio han tenido su recompensa. Si te he hecho llorar alguna vez, lo siento de corazón, pero prometo compensarte con miles de momentos que llenaré de risas. De momento, espero que oigas el SUSURRO de mi voz, pidiéndote perdón por el daño hecho.


Susurros. ¡Ay! ¿Quién no ha susurrado alguna vez, para que nadie escuchara lo que tenías que decirle a otra persona? Susurros de complicidad. Susurros de otras personas para llamarme la atención, susurros de esa persona, para atraer tu atención y que te acercaras a él o ella. Susurros... Los más bonitos, son aquellos que vienen de las personas que queremos o aquellos que se dicen en la cama. Llamémosles, susurros eróticos, de amor o cómplices. Aquellos que no hacen falta que sean susurros, pero tú quieres que esa persona se acerque más a ti y no haya espacio ninguno entre vosotros. Aquellos momentos que empiezan con susurros y continúan para acabar en GRITOS de pasión.

Gritos. Tengo una voz que parece "que grita". Prometo desde aquí, que siempre pensé que mi voz era de tono suave. Hasta que tuve que admitir, que a veces, mi voz parece gritar. Lo peor de saber esto, es que no me gustan los gritos. Los gritos me molestan. Los gritos en ciertas circunstancias, me bloquean y me ponen de mal humor. Los gritos en una pelea, son ya el fin de lo que había que decir. Por supuesto, están los gritos de alegría, los gritos cuándo ves a alguien que hacía tiempo no veías, los gritos en el concierto de tu grupo favorito, los gritos de ánimo a tu equipo... Esos gritos, son todos los que quiero en mi vida. Esos gritos que hacen que cuándo estás en plena emoción y momento, los LATIDOS de nuestro corazón parece que griten más que el sonido de nuestra voz.

Latidos. ¿Cómo se acelera el corazón cuándo nos gusta alguien? ¿Cómo late? Parece no un caballo, sino una caballería al completo a galope… Cascos sonando a tropel. El corazón, que palpita cuándo el amor entra por la puerta, y se disipa cuándo éste salta por la ventana. El corazón es el órgano que hace que nos fluya la sangre por todo nuestro cuerpo. El corazón parece que se rompe, cuando alguien a quién queremos muere, o se marcha sin decir adiós, o nos dice aquello que no queremos oír, o vemos lo que no queríamos ver… El corazón no se rompe, sino que se hace más fuerte, aprende de lo que vivimos y crece, incluso, en los momentos duros. Aunque es verdad, que el corazón resplandece cuándo somos felices, por lo que SOLLOZA por ser feliz a cada instante en nuestra vida.


Sollozos. Normalmente vienen acompañados de lágrimas. Sollozamos cuándo no queremos que nadie nos vea llorar y entonces ahogamos todo lo que tiene que salir en ese momento, y lo guardamos para cuándo estemos solos y nadie nos vea y nos oiga. Sollozas, cuándo dejas de respirar, porque se te han escapado esos sueños perseguidos entre los dedos. Sollozas, porque el proyecto que tenías entre manos se ha caído y tú, no has podido hacer nada. Aunque hay algunos sollozos, que empiezan a salir de tu cuerpo, y empiezas a temblar en un momento dado y terminas riendo. Sobre todo, en ese momento, que lo ves todo negro y de repente ese alguien que está a tu lado, te abraza y te dice, todo va a salir bien, si quieres que todo salga bien, todo saldrá bien. No lo olvides, QUERER, es poder.

Te quiero. Dos palabras que cuándo se unen y salen de la persona amada, son el sonido más bonito que puedas escuchar, y que si se acompañan de besos, mucho mejor... Pero, ¡ey! También es precioso un te quiero de una amiga, de un amigo, de tu madre, de tu padre, de tu hermana, de tu hijo/a, de alguien que te aprecia y de alguien que necesitas en tu vida y a quién quieres. Tengo un amigo, que me dijo un día, que a él no le gusta oír "te quiero" de su pareja, porque a veces parece que es como si fuera una losa encima de sus hombros. Al oír "te quiero", parece que le debamos algo a la otra persona, es como estar en una constante cuerda floja... Yo, que me perdone mi amigo (al que quiero a rabiar), no estoy de acuerdo con su teoría, aunque pueda entender en el fondo, lo que quiere decir. Cuándo he dicho "te quiero", lo he dicho de corazón. Lo he dicho porque lo sentía. A los amigos que les he dicho "te quiero", la gran mayoría, siguen en mi vida. Decir te quiero, es bueno, ya que prefiero decirlo a un día darme la vuelta y ver que esa persona ya no está a mi lado y quizás nunca supo lo que sentía. Así que si eres alguien que ha estado, está y continúa en mi vida y nunca te lo he dicho, pues "TE QUIERO" y  que espero que sigas formando parte de mi pequeña, pero maravillosa, historia.

Infinitos sonidos que van creando la banda sonora de nuestra vida. En la mía procuro que haya de todos y cada uno de ellos. Algunos sonidos no aparecen aquí, como el sonido de Mancha, sus ladridos de alegría, miedo o de aviso, sus sollozos por la comida, y los últimos que ha añadido a nuestra vida, sus ronquidos... La edad,  que no perdona, pobreta mía, jijij. Pero sin lugar a dudas, el sonido que más me gusta, aún, no existe, ya que de momento, eres uno de mis sueños realizables, y sé, que el día que te oiga, mi banda sonora será infinitamente maravillosa.


PD: Por las noches, ya no hay tanta calma, pues he vuelto a recuperar el disco que dejé de escuchar meses atrás, pero he añadido nuevos artistas a la lista de reproducción, aunque sigue siendo, mi artista favorito.

*: Me he permitido actualizar este párrafo en el 2018, porque esta canción me ha acompañado estos últimos meses de una manera tan brutal, que siento que siempre ha estado en mi vida.

domingo, 9 de noviembre de 2014

¿A qué hora sacas tú, tu basura?

Te resultará una pregunta inusual para que te la haga por aquí, pero el otro día paseando a Mancha, a las 10 de la noche (o cómo se escribiría en inglés, 10 Post Meridian), es cuándo en mi pueblo sacan la basura la gran mayoría de personas, ya sean de la cultura que sean, porque “tirar la basura”, no entiende de religión, política, ideas o pensamientos.
  

Y bien, ¿a qué hora sacas tú la basura? ¿En qué momento del día? Según la normativa del país en el que vivo, la basura se debería sacar entre las 19 h y las 23 h, pero… ¿y la basura de la cabeza y el corazón? ¿Tienes un momento concreto del día para tirarla? O ¿eres de los que la acumula y cuándo empieza a oler, la saca? O mejor… ¿eres de los que la esconde debajo del sofá? (¡Espero que no!)… Y ¿reciclas? Y cuándo lo haces, ¿te haces un lío como yo? Tranquilo, lo importante, es no dejar de hacerlo e ir mejorando nuestras técnicas de reciclaje con el tiempo. 

Es verdad, la basura de casa se suele sacar por la noche. Pero, la basura del corazón y de la cabeza, la solemos sacar cuando menos deberíamos, casi siempre, cuando nos encontramos en un mal momento y es cuándo todos esos sentimientos opacos que tenemos dentro se nos caen encima y empezamos a oler mal por todos lados y desconfiamos de lo que nos rodea, preguntándonos ¿será verdad? O ¿me habrán vuelto a tomar el pelo?

Intento sacar la basura de mi cabeza antes que la del corazón… ¿o es al revés? El caso, es que cuando pienso que ya no tengo “mierda” acumulada sobre un tema, me vuelve a venir un tufillo que habita en mi memoria y me descoloca… Y es que manda narices, nunca mejor dicho, que algunos malos olores, se empeñan en volver, y vuelven, casi siempre, porque tropezamos con una bolsa de basura olvidada en el rellano y al tropezarnos con ella, el mal olor de ésta sale y nos revuelve el corazón y la cabeza (y también, el estómago)... Así que en ese momento, cuando empezamos a dar traspiés y saltitos para no caer, después de recuperar el equilibrio, deberíamos coger esa bolsa y echarla en el primer contenedor que encontráramos, así ese olor, ya no volverá a molestarnos... Lo sé, es fácil decirlo, pero soy consciente que es difícil desprenderse de algunos recuerdos que se acumulan y forman parte de nuestra basura emocional.

Llevo unas semanas en las que he tenido picos de altura equivalentes al Everest y bajones, que me han hecho acercarme al epicentro de la Tierra… Emocionalmente hablando, claro está… Conclusión: me he dado cuenta que no estoy preparada para estar con nadie. Creo que debajo de mi sofá queda basura que escondí hace años y por más que llevo un par de años limpiando, la escoba no llega hasta ella… Por lo que he decidido, comprarme una escoba más larga y con la cabeza más grande y plana, para que no quede una sola pelusilla… Aunque pensándolo bien, voy a cambiar el sofá de sitio, y así no hay duda, que bajo él, no quedará nada.... Y sí, de acuerdo, pelusas debajo del sofá, esté en el sitio que esté, siempre nos encontraremos, pero nosotros decidimos, si nos molestan, más o menos.


Si me permites, te doy algunos consejos para sacar tu basura:
  • Aprende a separar, es decir, recicla bien: el plástico con el plástico, el papel con el papel, el vidrio con el vidrio y así con cualquier otro material reciclable… Y relax, que todos nos hacemos un lío al principio y no sabemos dónde van los tetrabriks, las bombillas, las pilas, el cartón, el plástico que parece papel… Aprende despacito, pero con buena letra… No dejes de aplicar este punto a tu basura emocional, aprende de tu vida, aprende de tu pasado, para recibir al futuro con los brazos abiertos, aprende a vivir el presente, ya que es lo que realmente tienes ahora entre tus manos.
  • Si la basura empieza a oler... ¡SÁCALA! No dejes que ese “tufo” se extienda por toda tu casa y te persiga por todos lados. Este consejo también va por tu basura emocional… Y vale, si empieza a oler mucho, y son las 2 de la tarde, de acuerdo, no es lo ideal, ya que no deberíamos por respeto a los demás, pero antes de que ese olor te asfixie y ahogue, tírala al contenedor, pero ¡ey! no te acostumbres y la próxima vez, sácala cuando deberías, antes de que empiece a oler, ya que a nadie nos gusta oler ni la basura propia, ni la de otros.

  • Ten en cuenta, que veces aquello que tú consideras como basura, hay gente que lo ve como un tesoro, así que sé objetivo con aquello que vas a tirar, y si ves que puede seguir utilizándose, por favor, no lo tires, regálalo o dónalo a una ONG, pues con seguridad habrá personas que se beneficien de lo que tú ya no quieres , uses o no te pongas… Y sí, también puedes aplicarlo a tus residuos emocionales, si ves que alguien está pasando por algo parecido a ti, no dudes en tirarle algún consejo de tu experiencia, porque seguro que aprende de lo que tú has vivido.
  • Y si hace tiempo que no haces limpieza en la casa de tu vida, haz como yo, y empieza a tirar todo aquello que te crea un malestar en tu día a día. Y por basura, me refiero a todo aquello que no te aporta nada, sólo te acumula peso en la mochila que todos llevamos en la espalda.

En fin, procura no acumular basura, sea del tipo que sea, y sácala cuando tengas que hacerlo, y por supuesto, piensa en tu entorno y recicla, que es sano en todos los sentidos... Pero sé íntegro y no dejes tu basura en manos de otros, no cargues con tu basura a los demás


Así que... ¿te animas a tirar tu basura (sea del tipo que sea) en el contenedor y momento adecuados? Yo, estoy en ello.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Abierto por Vacaciones. Cerrado por Trabajo

Aunque suene contradictorio, ya que el verano es la época de encontrarnos el cartelito de "cerrado por vacaciones" en cientos de empresas, el cartel que me ha perseguido desde mi infancia hasta hoy día, es el de "Abierto por Vacaciones".


Mis padres se han dedicado toda la vida al negocio de la hostelería. En la actualidad, la parte de restauración es la que menos está con nosotros, pero antes de venir yo a este mundo, mis padres ya estaban cocinando platos regionales y dando de comer a murcianos, madrileños, albaceteños, a la par que extranjeros, en aquella isla en la que mi hermana y yo pasamos 20 veranos (ella alguno más que yo). Está claro que la hostelería te tiene que gustar, para dedicar tu vida a ella, porque creo que es uno de los trabajos menos gratificante que existe. En nuestro caso, no tuvimos opción de escoger, era lo que había y sabíamos que el dinero no cae del cielo (a menos que te dediques a la política en este país, que del cielo no cae, sino mejor aún, lo tienes más a mano), y como cualquier españolito de a pie, el dinero teníamos (y aún tenemos) que ganarlo... Por lo que a veces, puede no gustarte un trabajo, pero lo haces, porque de algo se tiene que vivir, y bueno, para qué engañarnos, si te rodeas de compañeros con los cuáles te ríes, todo es más fácil. La cantidad de anécdotas que tengo con todos los camareros y cocineras que pasaron por allí cada verano, esas, no me las quita nadie.

Dejando a un lado que me gustara, más o menos, aquel negocio, reconozco que teníamos la suerte, que aquel era algo peculiar por su ubicación, pero no deja a un lado, que mi hermana y yo, en el momento que la gran mayoría de nuestras amigas terminaban el cole, el instituto o la universidad y se iban de vacaciones, era cuando nosotras desaparecíamos y nos tocaba trabajar. Pues sí, cada verano, Semana Santa o puente, los cuatro miembros de mi familia currábamos en aquella Isla. Sinceramente, hoy miro mis manos, y no tengo manos precisamente de "señorita". Se nota que han limpiado mesas y sillas en pleno invierno y se han cuarteado por el frío, hombros algo más grandes de lo que deberían ser, ya que fueron moldeados por montar y desmontar el comedor (es lo que tiene que tus padres tuvieran un chiringuito en un sitio de playa).... Que quede entre nosotros, pero me gustan mis manos, me gustan mis hombros y me gustan todas aquellas historias que viví en aquella isla. Hoy soy como soy, porque esa isla, que hoy está algo perdida, es parte de mi vida.



No sólo nuestro negocio abría en vacaciones, sino que mi pueblo también lo hacía... y lo sigue haciendo. Es lo que tiene vivir en un sitio de playa: durante tres estaciones todo está en calma y cuándo llega el verano... ¡BOOM! Es igual que el boom primaveral, pero nuestro pueblo no se llena sólo de flores e insectos, sino de veraneantes y chicharras. Mi pueblo se transforma: ya no tienes sitio para aparcar, hay coches y más coches, gente en la playa a más no poder, pero también, hay vida. Vida que cuándo se acerca el final del verano, se vuelve a su casa, y mi pueblo, vuelve a estar en calma... Calma que la gente de allí, echamos de menos de menos esos tres meses... para luego echar de menos durante tres estaciones (sí, somos un mar de contradicciones) a aquellos veraneantes. Así que mi pueblo vuelve a colgar el cartel de "Cerrado por Trabajo", ya que todo el mundo ha regresado a su vida y a su trabajo.


Pero no nos engañemos, ya que en el momento que los veraneantes cierran sus segundas residencias, llenan sus coches y desaparecen, los del pueblo volvemos a las playas, a bañarnos en nuestro Mar Menor y disfrutamos del último rayito de sol, antes que el frío llegue y no apetezca bañarse.
  
Verano, esa época en la que conoces gente, personas que seguramente no volverás a ver en tu vida, aunque claro está, las cosas han cambiado, pero los amores de verano, siguen y seguirán existiendo. Antes, cuando ligabas con uno de "Madrid" (sin ánimo de ofender, pero es que siempre han sido la gran mayoría de veraneantes de mi pueblo, y en un momento dado, para qué negarlo, yo me enamoré de un madrileño y viví en Madrid, así que feliz de que vengan, y sigan viniendo, tanto de allí, como de cualquier sitio... Ah, bueno, también me enamoré de un manchego, pero esa, es otra historia, pero cómo podéis ver, siempre me ha encantado que mi pueblo esté abierto por vacaciones, ya que me ha dado la posibilidad de conocer personas, que nunca habría conocido), pues eso, cuando ligabas con uno de Madrid, o de otro lugar de España, os intercambiabais los teléfonos fijos y la direcciones de casa. Así que optabas por comunicarte con él principalmente por carta, ya que llamar a su casa, o que él te llamara a ti, implicaba que te cogiera el teléfono cualquier familiar y ya había cachondeo para rato. Y en esas cartas, contábamos nuestras vidas. Sinceramente, la era digital en la que vivimos nos ha ayudado a comunicarnos con cualquier persona de cualquier lugar, pero si lo piensas, el hecho de sentarte y escribir una carta, de puño y letra, era algo precioso... Con el tiempo, las cartas empezaban a dejar de llegar, y tú, ya no escribías, porque se iba apagando la chispa... Y llegaba el próximo verano...
Vista aérea del Mar Menor
Mar Menor

Amigos, espero que la estacionalidad en mi pueblo, como en cualquier sitio costero o rural de nuestro maravilloso país, vuelva a romperse y que cientos de negocios de hostelería sigan abriendo y dando trabajo a cientos de familias, y vuelvan a colgar el cartel de "Abierto por Trabajo".


domingo, 13 de julio de 2014

Rutinas

7:00 am. Viernes. Suena la alarma. A penas se oye, pero lo suficiente para romper mi frágil sueño… Frágil, porque al menos me desvelo dos o tres veces por la noche. Esta noche, al menos, no ha sonado el teléfono de madrugada, como otras noches.

En pie. Toca vestirse, desayunar y coger el metro. Hacer trasbordo y llegar a General Mitre.

8:50 am. Paso el control y subo con varios desconocidos… Desconocidos, porque aunque trabajemos en la misma compañía, cada uno trabaja en una planta diferente. Algunos no me los volveré a cruzar hasta dentro de unos días, ya que hay dos ascensores, y a veces, no entramos a la misma hora. Llego a mi planta.

Algunos de mis compañeros de departamento ya están en sus puestos, otros, están a punto de llegar. Es un ambiente de trabajo algo silencioso… Pero me gusta. Me divierto con lo que hago. Estoy aprendiendo a poner en práctica lo aprendido en los cursos que he estudiado y, lo mejor, estoy aprendiendo cosas que nunca había leído o visto.

Llega mi marido. Se sienta frente mía y me sonríe y me dice, “hola mujercita”. Es mi rubio de ojos verdes. Y con él rompiendo el silencio, va todo más rápido.

M nos mira y se une a nuestro dúo y el tren se pone en marcha a todo gas.

1:45 pm. Turno de comida. 45 minutos.  Me encanta bajar y tener 3 platos a escoger de primero y de segundo, ya listos y de buena calidad, por menos de 3 €. Comemos en media hora y vamos a tomar un poco el aire y un café. Hoy tenemos suerte. Salimos antes.

4:00 pm. Mi marido y yo cerramos ordenadores, recogemos y vamos al ascensor. Pasamos nuestras tarjetas y ya estamos en la calle. Andamos hacia el cercanías, pero antes de subirnos, tenemos el antojo de comprarnos unas castañas asadas. Nos las comemos como críos pequeños. Me viene a la memoria el día de todos los santos, las abuelas y abuelos que estaban en la puerta de los cementerios, vendiendo castañas asadas.

Bajamos en Diagonal y salimos al exterior. Nos apetece andar. Llegamos a Plaza Cataluña. Nos compramos alguna chuche en la tienda que hay cerca de Vía Laietana. Me modero comprando, por la cuenta que me trae.

Caminamos hasta la Barceloneta. Subimos por el Borne y decidimos ir a casa. Esta noche se queda a dormir conmigo. Es su casa. Yo, solo su inquilina (y también amiga). Aunque él me dice, que aunque sea su “anti hombre”, ya que soy rubia con ojos azules, estoy dentro del grupo de las mujeres que más quiere, además, que soy más hombre que algunos hombres, con los que él va de vez en cuando, jajaja... ¿Cómo no voy a quererle? .

10:00 pm. Preparamos cena y encendemos la TV. Ponemos TV3. Hay una película. Y yo, que sigo empeñada en mejorar el catalán, pongo los subtítulos. Cenamos y mi marido me dice, ¿damos una vuelta? Y yo, ¿por qué no? Así que nos duchamos, nos ponemos divinos y enfilamos hacia el Gayxample. La noche, da de sí.

9:30 am. Sábado. Mi marido y yo desayunamos y nos reímos, comentando la noche. Él sale corriendo, porque llega tarde al trabajo que tiene los fines de semana desde hace más de 3 años.

Continúo metiendo mi ropa y mis cosas en cajas. Segunda mudanza en menos de seis meses. Se acaba pronto mi trabajo y vuelvo a casa… Es la primera vez que vuelvo a mi casa familiar, desde que me fui hace tres años y medio.

La segunda vez que volvería a mi casa familiar, se repetiría 6 años después. Pero no volvería de Barcelona. Sería de Madrid. No sería una vuelta tan alegre. Sería más triste… En aquel momento, no sabía que sería el principio de mi nueva vida…


A veces decidimos qué hacer o no hacer en un momento dado, tomamos mejores o peores decisiones, pero somos nosotros quienes decidimos. Otras, nos dejamos llevar, no pensamos, simplemente, vivimos el momento. Otras, es la vida la que decide por nosotrosY otras, debemos aceptar las decisiones de los demás, aunque no son las que hubiéramos deseado nosotros. Con el tiempo, nos daremos cuenta, que no podemos luchar contra ciertas situaciones o decisiones. Debemos aceptarlas. El reloj de la pared dirá, si fueron las decisiones correctas o no. De momento, nos toca vivir el presente.

Al principio de regresar a mi pueblo, puse todo mi empeño por volver a Madrid. Pero viví cosas, sentí emociones en un momento dado, que hicieron que apostara por buscar trabajo cerca de casa y hoy, puedo decir, que hice la apuesta ganadora. 

Estoy pensando en comprar un felpudo para la puerta de mi casa, sí, mi casa familiar, pero de momento es sólo mía, que ponga: Bienvenida a casa.


domingo, 15 de junio de 2014

The Big Fish

Cuándo vi esta película, no sabía de qué iba. Estaba viviendo en Barcelona y una amiga me dijo: vente, vamos a verla, que lo mismo la proyectamos en el cine de verano en Badalona. Así que me fui. Vaya dos. Acabamos llorando como dos magdalenas. Y en ese momento, Big Fish pasó a ser una de mis películas favoritas. Si aún no la has visto, te recomiendo que no pases un día más sin verla. 

Tengo muchas pelis en mi cajita de recuerdos, que me han marcado. Pero… ¿por qué se me viene a la mente ésta en concreto? Imagino, porque mañana cumplirías 71 años, y porque, enlazando ideas, pescar, era tu forma de vida. Familia de pescadores, hasta que llegaron las niñas, y acabó la historia de generación en generación... Eso, nunca te importó. Sólo querías darnos todo aquello que tú no pudiste tener. Felicidades, papá, lo conseguiste, junto con mamá, con creces.

La historia de esta película, a estas alturas, ya la conocemos todos, pero en resumen, es la relación "algo complicada", entre un hijo y su padre. Un padre que cuenta la historia de su vida como un cuento hecho realidad y un hijo, que no lo cree... Cuando la vi por primera vez, te vi en ella. Tú, en tu día a día, no narrabas grandes historias. Tú, las vivías. Te vi como el protagonista, yendo a pescar el gran pez de tu vida, sin darte cuenta, que se estaba escurriendo la tuya entre los dedos… Como el protagonista de esta película, sé que tuviste una gran vida. Muchas historias por contar, y aunque ya no estás para contarlas, no te preocupes, tenemos a mamá que las cuenta perfectamente. Ya la conoces.


Me faltaron besos por darte. Y decirte más veces “te quiero”. No tengo duda que lo sabías, pero a mí me quedó un mal sabor de boca, durante años, el hecho de enfadarme contigo, me enfadé tanto, porque vi, que el final estaba ahí y no había vuelta atrás. De todo se aprende en esta vida. Aprendí en el momento que nos dejaste, a decir lo que siento, porque mañana no sabemos qué pasará. Para lo bueno, como para lo malo, vivo todo mucho más intensamente desde entonces.

Te fuiste demasiado pronto. Hace 15 años, un 5 de noviembre. Vi cómo soltabas tu último aliento. Corrí a tu lado, pensando que despertabas, y sólo fue el aliento que necesitabas exhalar para descansar finalmente.

No sé si habrá algo después de la muerte. Lo que sí sé, es que las personas que se van de nuestro lado, siguen vivas, mientas alguien las recuerde, mientras piensen en ellas. Y tú, sigues vivo en nuestro día a día.

Me acuerdo cuando mamá nos contó que salvaste a dos personas del pozo séptico de la depuradora del pueblo… La tercera, por desagracia, no pudiste. Pues bien, cuando nos enteramos de esta historia, en uno de los dos canales, que había por aquel entonces, había en ese momento un programa presentado por Jesús Puente (no me acuerdo del nombre del programa) y giraba en torno a personas que habían hecho actos heroicos y su familia o amigos, se lo reconocían en este programa. Mi hermana y yo te dijimos: “papá, escribimos al programa, vas y cuentas tu historia”. Y nos dijiste: “yo lo hice, no por recibir nada, lo hice como algo que haría cualquier persona, la pena, es que no pude salvarlos a todos”. Claro está, después de ésto, no escribimos al programa, pero para nosotras, en ese momento, nos dimos cuenta que vivíamos con un héroe anónimo para el mundo, pero con nombre y apellidos para nosotras. Tú.

Te recuerdo riéndote. Te recuerdo bailando con mamá en bodas, sobre todo, haciendo ese paso tipo twist, que la hermana y yo nos reímos cuando nos acordamos. Lo mejor, es ver a mi cuñado bailando… Dicen que buscamos a veces lo que hemos tenido en casa en las personas que están ahí fuera para compartir nuestras vidas. El día que vimos a mi cuñado bailar, no podíamos parar de reír. Mi hermana decía: “si lo busco igual, no lo encuentro”. El mismo paso que hacías tú, qué casualidad, ¿no? Pero una casualidad graciosa, a la par de bonita.


Y bueno, todos tenemos alguna que otra debilidad. Tú, tenías muchas. Pero tenías dos grandes pasiones para escuchar en el coche: El fútbol y El Fary. ¿Cuántas cintas de casette tenías en el coche o en la furgoneta de este hombre? Te encantaba este tipo de música. Lo mejor, era la lata que te dábamos los domingos, cuándo volvíamos de casa de los titos, y nos ponías Carrusel Deportivo... Desde entonces, digo, y lo mantengo, que cuándo me ponen fútbol en un coche, me mareo, jajaja. Vaya peleas teníamos. 

¿Sabes qué? Creo que te tirarías de los pelos (seguro que te seguirían quedando, aún con tus entradas, tenías una buena melena canosa), al ver que seguirías sin tener nietos a los que mimar. Esto es lo que peor llevarías. Mamá, no quiere nada más que vernos reír y tenernos cerca y saber que estamos bien. Pero tú, ya chocheabas el último año, con adoptar un niño… Evidentemente, mamá tuvo cabeza y dijo: “no, que contigo y con las crías, ya tengo bastante”, jajaja. Pobre. Ya lo decías: “dos hijas y una madre, la perdición del padre”.

Estos años han pasado tantas cosas, que podría escribir varios libros contándote todo lo que hemos vivido. Pero estate tranquilo, tus tres chicas están bien.
Tus 3 chicas
Para mí, sigues riéndote y bailando, contando chistes, siendo tú. Cabezota, pero con un corazón enorme... Así te recuerdo y así sigues viviendo en mi mente y en mi corazón. Gracias por todas las lecciones que nos diste. Que me diste. Te quiero y te echo de menos.

domingo, 1 de junio de 2014

Se arrancan solas

En menos de 24 horas, tendré un año más… o un año menos, según quiera verse. Yo, me quedo con un poco de las dos opciones, aunque mi balanza se decanta más, dependiendo del momento, con una más que otra, pero habitualmente, están bastante igualadas, ya que la primera es la opción que se llena de recuerdos y experiencias de nuestras vidas, que hacen que seamos las personas que somos en el presente; pero la segunda opción, es la que nos recuerda, que no somos eternos y que la vida pasa y es un año menos para hacer aquello que deseamos, por lo que toca ponerse las pilas y no dormirse en los laureles, porque el final, es para todos, el mismo, por lo que me he dispuesto a llevarme (el día que me vaya, que no tengo ninguna prisa en irme), mi mochila repleta de grandes y pequeños momentos.


Mañana cumplo 36 primaveras... ¡WOW! Y realmente, tengo ganas de cumplirlas. Mis 35 años han sido la cúspide perfecta de una mala racha de varios años (bueno, mala racha, no... más bien sería, una parte de mi vida que tenía que vivir, para aclararme con lo que quiero y no quiero en mi viaje). Es por ello, que me apetecen los 36, porque termino los 35 con un trabajo que me gusta, en mi tierra, al lado de mi familia, con nuevas experiencias, nuevas primeras veces, nuevos amigos, nuevos deseos, diferentes ganas, nuevos pensamientos, enterrando miedos, descubriendo nuevas formas de ver la vida, simplificando problemas, riéndome de lo que antes me hacía llorar... y por supuesto, con nuevos sueños... ¿Cómo no voy a tener ganas de cumplir 36 años? Eso sí, no haré una gran fiesta como otros años, ya que este año, me he propuesto celebrarlo cada día, así que prefiero entrar en este edad, sin hacer mucho ruido al principio, para ir subiendo cada día más el volumen, durante los 365 días que están por venir. ¡Va a ser una gran fiesta!

¿En qué se parece mi vida actual de aquella que creía que tendría con 36 años? Sinceramente, podría decir que en nada, pero realmente, creo que 36 años era algo tan lejano (pero muy, pero que muy lejano), que no pensaba en esta edad, ya que era algo que no podía ni imaginar... Sí que es verdad, que me veía casada y con un par de peques a mi alrededor, viviendo en otro lugar, lejos de lo que tengo ahora... Sinceramente, aún sigo queriendo ser madre, pero puedo decir que la vida me ha dado mucho más en miles de aspectos, de lo que alguna vez he deseado, de hecho, ya os digo, que mi realidad ha superado con creces, aquello que estaba en mi imaginación.

En estos años se han ido personas fundamentales en mi existencia, pero sólo puedo deciros lo siguiente: ¡¡qué fortuna tan acojonante ha sido tenerlos en mi vida, hasta su último aliento!!... Mi corazón se ha estirado tanto algunas veces, que pensaba que la goma no volvería a su origen... y realmente, no lo hizo. Aprendió a no estirarse tanto, para recuperarse antes. 

Según la astrología, (que no astronomía, como solía confundirme de pequeña), los nacidos en estos días, somos Géminis (para mí, el Caballero del Zodiaco más guapo que había de los 12 guerreros, jajaja) . No sé, de pequeñaja, me encantaba todo sobre este tema, e incluso creía que describía en parte mi personalidad, de hecho, me buscaba parecidos con los "Géminis" que se cruzaban en mi vida, y claro, el que quiere ver similitudes, las ve..., y si no, se las inventa. Me veía con mi “doble personalidad”. Con el tiempo, me he dado cuenta, que eso es una enfermedad, que por suerte no tengo, y que las personas, dependiendo del momento o de la gente que se rodea, puede ser de una manera y otra… Vamos, que todos tenemos, una cara u otra, y la sacamos cuándo nos apetece o, cuando no nos queda otra.


Tuve la fortuna de crecer y formarme en una gran familia. No hablo de la familia que “te viene dada” (que también la quiero mucho), hablo de la familia que tuve por vivir donde viví (y vivo), por criarme y crecer en una calle llena de “vecinos”, pero vecinos de los de antes. Esos vecinos, que 36 años después, siguen estando en mi día a día, y han estado en innumerables momentos de mi vida. Tengo tantas anécdotas con ellos, que el cariño que siento por todos ellos, hacen que los considere como mi familia.

Creo que si le preguntas a alguno de ellos, de un momento de mi vida que compartieran conmigo, puede que te cuenten el siguiente… Tendría unos 7 años (más o menos), y estábamos de barbacoa en nuestro campo, y bueno, eran otros tiempos, no había tantos coches y todo era mucho más tranquilo. Y nuestros padres se quedaron hablando de sus cosas y los críos (éramos unos diez chiquillos, entre 6 y 11 años), cogimos las bicicletas y no tuvimos otra idea que ir a coger zanahorias al campo de al lado. No sé si alguna vez habéis cogido zanahorias, sólo os digo, que son difíciles de sacar de la tierra, y si no sabes cogerlas, haces una faena al agricultor, ya que rompes el tallo y dejas dentro de la tierra la zanahoria. Pues bien, imaginaros a un montón de críos, intentado sacar zanahorias. Algunas las sacamos, otras, hicimos la gran faena de dejarlas dentro de la tierra… Pues cuando ya nos estábamos yendo, aparece el dueño del terreno, mira las zanahorias que teníamos en los cestos de las bicis y nos dice, que qué estábamos haciendo. Que era una faena que dejáramos las zanahorias enterradas sin tallo, porque después era muy difícil encontrarlas y sacarlas, por lo que se pudrían dentro. Pues aquí, esta lumbreras que escribe, le dijo a ese señor, “pero si nosotros no hemos sido, si las zanahorias, se arrancan solas”. Todos me miraron, el señor me miró, no dijo nada (creo que ni a mi padre, que lo conocía perfectamente, le dijo nada, porque pensó, “para qué le voy a decir algo a Javier, si ya tiene bastante con la hija que tiene”)… En fin, la coletilla “se arrancan solas”, me ha acompañado desde ese día, ¿y sabéis qué? Siempre que la oigo, me saca una sonrisa.

Así tengo unos cuantos momentos más en mi vida… A veces, la boca me iba más rápida que la cabeza, y decía lo primero que se me venía a esta bocaza, y cuando me escuchaba, pensaba, “tierra, trágame”: Quería ser un avestruz, para meter la cabeza debajo de la tierra y no ver a nadie.


Es verdad, así he sido, y así sigo siendo. He tenido miedo a monstruos que no han existido nunca, pero aprendí con 15 años a no tener miedo de decir lo que pienso o siento. Prefiero decir “te quiero” a una persona que, aunque no sienta lo mismo por mí, a callarme y no decirlo. El no, ya lo tenemos. Y a veces, la vida te da sorpresas, y qué bonitas sorpresas, cuando dices lo que sientes o piensas, y la otra persona, simplemente, te sonríe.

¿Sabéis? Aunque estemos entrenados cultural y socialmente para alcanzar unos objetivos y seguir unas normas, como terminar el colegio (con buenas notas, a ser posible), el instituto, la universidad, conseguir un buen trabajo, no decir aquello que te molesta en voz alta, conocer a la persona adecuada, comprar una casa grande, no decir “me gustas”, perder esos kilos que no deberían estar ahí… La vida, está hecha de momentos…pero, ¿con cuáles te quieres quedar tú en tu día a día? ¿Con esos que vienen impuestos por tu entorno, o con los que tú deseas realmente?

Mi regalo de cumpleaños para ti, es que espero que tu vida esté llena de momentos que te “arranquen sonrisas” y que te enamores de la vida, no sólo de las personas, que está muy bien, sino que también te enamores de una sonrisa, de una mirada, de un sabor, de un juego (sexual, a ser posible, que son más divertidos), de un abrazo chillón, del beso de buenos días y buenas noches de tu pareja de baile, de la lluvia en la cara, del sol en tu piel, de esa conexión con un desconocido que te cruzas por la calle, de la mano de un amigo, de las charlas interminables con esa amiga, de un grupo de amigos, de los consejos de tu hermana, de la complicidad con tu hermano, de un beso robado, del olor de tu madre, de la risa de tu padre, de tu familia, de tus vecinos (y amigos, y a la vez, tu familia), de un libro, de una historia inventada, de una poesía, de una frase que haga girar tu mundo... Enamórate, pero no para que se te vaya la vida detrás de alguien, sino, enamórate de esos momentos llenos de belleza y de las cosas que te arrancan sonrisas. Si eres capaz de encadenar un montón de estos momentos, tendrás un día increíble. Pero si eres capaz de hacerlo cada día, tendrás, una vida increíble.

domingo, 18 de mayo de 2014

Que viene el coco

De terrores y miedos nocturnos. Así eran mis noches, y algunos de mis días, cuando era pequeña. Ahora, me río, pero hubo momentos, que lo pasé bastante mal. Era una miedosa de los pies a la cabeza. Pero de todos modos, si miramos hacia atrás, ya nuestros padres nos metían miedo (no intencionadamente, claro), con esa canción de cuna, tan infantil, que decía así: "Duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te comerá". O existe otra versión, que es "te llevará".... Jolines, si lo piensas, esta nana tiene su qué: no te duermes y encima, ¡¡te comen o te raptan!!... ¡Qué manera de acojonar a un crío pequeño!

Pero lo mío no terminaba con el "coco", soy una de las personas que ha creído fielmente en el “tío del saco… Un día, haciendo zapping, vi en el programa de “Cuarto Milenio”, un reportaje sobre que ese personaje había existido de verdad, y parecerá una tontería, pero me consolé sabiendo que mi miedo estaba justificado… Es verdad, aquí el que no se consuela, es porque no quiere.

A ver, soy la pequeña de dos hermanas. Me llevo tres años y medio con mi hermana mayor. Si tenéis hermanos mayores, ya sabéis los celillos que les dan, cuando llega una personita, que antes no estaba y pasan a ser los príncipes destronados. Pues, simplemente eso, es lo que le pasó a mi hermana conmigo. Ella tuvo gran parte que ver (no toda, por supuesto), con los feos personajes, que venían a colarse en mis sueños. Mi hermana, me decía cosas así como: “¿Has oído ese ruido?” o “Parece que he visto algo moverse por la habitación”… Y si no había oído o visto nada, tranquilos, que ella se encargaba que lo oyera o viera, ya que ella dormía al lado de la ventana, y cuándo me estaba durmiendo, tocaba la ventana y sino, tiraba algo por la habitación (ya que yo me dormía con esos pilotos de luz naranja infantiles, que iluminaban la habitación a más no poder) y ya os podéis imaginar cómo pasé las noches hasta mis 12 años…. Sí, “sólo” hasta los 12 años, ya que mis padres hicieron reformas en casa, y una de esas reformas fue una habitación para cada una de sus hijas. Sólo os digo, que gracias a mis miedos, tengo una de las aficiones y costumbres más bonitas de mi vida: leer para quedarme dormida. Creo que he llegado a leerme casi un libro entero, hasta que se me cerraban los ojos, y me dormía con la luz encendida y la puerta de mi habitación abierta, para dormirme oyendo a mis padres roncar... Los ronquidos, de pequeña, fueron una de mis nanas favoritas.


Cuando me iba a dormir, tenía un ritual antes de meterme en la cama: esconder todos los muñecos de la habitación dentro del armario, para que no hubiera nada que hiciera sombras con la luz del piloto naranja, y por supuesto, mirar debajo de la cama (hace unos años oí en un monólogo, una pregunta, que me dio un ataque de risa… y si un día, ¿hubiera mirado debajo de la cama y me hubiera encontrado a alguien? ¡¿Qué narices habría hecho?! Jajaja, ¿Le habría hablado e invitado a salir fuera, para que pudiera estirar las piernas? Menos mal, que nunca, como ya sabréis, me encontré a nadie bajo la cama). Sino hacía mi pequeño ritual, no conseguía dormirme. Y luego está, que esperaba que se durmiera mi hermana y saltaba a su cama y ahí me quedaba, más feliz, que una perdiz.

Tenía tanto miedo, que me estuve haciendo pis, o meando (como queráis decirlo), en la cama, hasta los 8 o 9 añitos, y todo, por no levantarme en mitad de la noche. También os digo, porque mi hermana se reía de mis miedos y era ella la que me asustaba, pero si yo llego a ser mi hermana y duermo con una persona sonámbula, como lo era yo de pequeña, sólo os digo que aún seguiría sin dormir. Evidentemente, no me acuerdo de lo que hacía cuando me despertaba por la noche, pero me han contado que andaba por casa, iba al baño, volvía, hablaba y todas esas cosas que suelen hacer los sonámbulos. Ya no me levanto por las noches, y si lo hago, no me entero, ya que a mi  lado no duerme nadie a quién molestar, por lo que puedo irme de fiesta y volver, y no enterarme de nada, simplemente, estaré más cansada que cuándo me acosté.


La primera vez que me quedé sola en casa, rondaría los 13 años. Mis padres habían quedado para cenar y mi hermana, con sus amigas. Imaginad el espectáculo: yo, encerrada en mi habitación, mi TV a todo volumen (sí, en mi casa hemos sido forofos de la TV, teníamos una en cada habitación (buenos tiempos en los negocios familiares), pero mi padre hizo ésto, cuando se dio cuenta que estaba rodeado de 3 mujeres y le era imposible ver el fútbol o la película que quisiera ver en la sala de estar, así que un buen día, apareció con una TV para cada una y nos dijo: si no os gusta lo que pongo, a vuestra habitación. Y surgió efecto. Mi padre, vivió mucho más tranquilo desde ese día). A lo que iba, cuando me encerré esa noche en mi habitación, no lo hice sola: cogí un palo y un cuchillo de cocina y me abstraje del mundo. Conté los minutos para oír la puerta de la cochera y salir corriendo a dejar en su sitio el cuchillo y el palo y volver a meterme en la habitación, como si nada hubiera ocurrido. Éste, pasó a ser otro de mis rituales, cuando me quedaba sola en casa. Pero este ritual duró poco, porque un buen día, dejó de darme miedo el quedarme sola y empezó a gustarme, ya que podía hacer aquello que no podía, cuando estaban mis padres o mi hermana en casa, como maquillarme o disfrazarme con lo que pillara de los armarios ajenos... ¿Veis? Aquello que nos daba miedo, puede transformarse en momentos únicos y entrañables de nuestra vida.

Es gracioso, pero a día de hoy, creo que los miedos son necesarios, a veces, para avanzar y madurar en algunos momentos de nuestras vidas. Los miedos, reales, o no, hacen que nos enfrentemos a aquellas cosas que nos dejan inmóviles. Los miedos viven con nosotros, pero no en nosotros y debemos aprender a dejarlos atrás y superarlos. Yo, tengo miedo a las alturas, pero me enfrento a ellas cuando veo la oportunidad, pero tampoco me quita el sueño, si no me subo a una torre, porque hay miles de cosas que quiero hacer, y no me dan tanto miedo, porque también hay que saber buscar otras opciones que no nos asusten tanto, o simplemente, aprender a mirar desde otra perspectiva.


También he aprendido a no tener tanto miedo a temas del corazón. He sabido, con el tiempo, y por lo vivido, que no tengo miedo a quedarme sola, ya que, realmente, no estaré nunca sola, pues estoy rodeada de gente que me quiere, tal y cómo soy. Lo que sí tengo miedo, es volver a estar con alguien, que me haga sentir sola. Por eso, aplico el refrán, “más vale sola, que mal acompañada”. No tengo miedo a no cruzarme con alguien que me acompañe en mi viaje. Ya no. He aprendido a que hay que intentar no desear aquello que no tienes, porque cuándo lo tienes, ansías aquello que tenías antes. Hay que vivir el momento, disfrutar de tu soltería, de tu pareja, de tus amigos, de una buena comida, de tu trabajo, aprender de las lecciones de tu pasado y dar la bienvenida al futuro. Y por supuesto, si se cruza “el coco” en nuestras vidas, tenemos que mirarle a los ojos e invitarle a una cerveza (o a un vino, lo que más le guste), ya que seguramente, lloremos de risa, por todas las historias que nos cuente, de personajes inventados por nuestra  imaginación a lo largo de nuestra vida, y nos daremos cuenta, que nuestros "cocos" sólo viven en nuestros "cocos".

Ahora, con mi hermana, me río a más no poder cuándo nos ponemos a recordar los sustos que me daba de pequeña, tanto, que alguna vez, recordando, volví, sin querer, a mis andadas, de hacerme pis encima, pero esta vez, no de miedo, sino de risa...

Tenemos que echar cemento al miedo y construir un escalón con él, para ayudarnos a saltar el muro y ver más allá de lo que nos impide ver las estrellas. Si no te ves con fuerza, coge mi mano, o la de un amigo, y, entonces, ¡salta y aprende de tus miedos!

domingo, 4 de mayo de 2014

Hoy me quiero más que ayer...pero menos que mañana

Hoy, estreno blog… bueno, miento, este blog lo tengo desde hace 6 años, más bien sería que me estreno como bloguera. Empiezo a escribir, porque mi mente me lo ha pedido. Últimamente, no para, es un torbellino y miles de tonterías, y no tan tontas ideas, se me pasan por la cabeza, revivo historias que me han hecho reír, otras llorar, otras me han formado como persona, y otras, simplemente, son mías, y quiero plasmarlas de alguna forma y que la gente se ría con ellas, o se identifique en algunas de estas anécdotas que componen mi vida… Además, quién me conoce, sabe que me encanta hablar (adoro las buenas conversaciones, no el hablar por hablar, que no es lo mismo), pero seguramente, no sepa que, también me gusta escribir… Y por qué no empezar en este 2014, poniéndole color (verde, ya te digo que será su color, pues es mi color favorito) a este proyecto en blanco. Y así, con este pasito que doy escribiendo, cerraría una asignatura pendiente… Que la apruebe o no, es otra historia…

¿Y por qué me hice yo un blog hace 6 años? Pues me lo hice cuando vivía en Almería. Cuando me rodeé de diferentes grupos de buena gente. Uno de esos grupos, era de periodistas, los cuales tenían sus blogs, escribían artículos en el periódico de Almería y su afición por escribir se me contagió, en especial, ese contagio vino por un gran amigo, ese “jitanillo de Níjar”, pues su pasión por escribir, por contar historias, su humor inteligente y su forma de ver la vida, hicieron que me abriera este blog, el cual titulé “Manchas de Vida”, jugando con el nombre de mi perra y con el propósito que tenía para éste: crear un espacio dónde recopilar cuentos de la vida que me rodea, reales o no, con o sin sentido, un lugar dónde poder expresarme y contar historias, algunas indiferentes, otras con chispa, otras tristes, otras alegres, y otras, simplemente, escritas para mí…. Un lienzo online dónde poder dar forma a palabras en el aire y que no terminasen desapareciendo con el tiempo.

Almería... ¡cuántos buenos recuerdos!

He pensado mucho, a quién dedicar mi primer post, si a mi padre, que no hay día que no lo eche de menos; o a mi madre, columna indestructible de mi vida; o a mi hermana, que siempre está a mi lado y es una de mis mejores amigas; o a mi perrita, que es por quién escogí el nombre del blog y que está a mi lado desde hace 12 años (¡porque no le queda otra!);…  Pero después de darle muchas vueltas, he decido dedicármelo a mí, ¡porque yo lo valgo!

Me lo dedico a mí, porque después de pasar una larga temporada, llamémosle “rara”, a día de hoy, me siento bien, me siento feliz y me quiero, pero me tengo que seguir queriendo mucho más y evitar que ciertas situaciones, me dejen más tocada de lo que debería. Así que me lo dedico a mí, porque me he cansado de decir “te quiero” a personas, que me han demostrado no merecer mi tiempo, o mi amistad o mi cariño, así que hoy, en vez de decir “te quiero”, digo, “me quiero”, y ¡qué suerte estar en mi vida!

¿Nunca os habéis parado a pensar en cómo eres? He leído por ahí, no recuerdo dónde, que dentro de una persona, conviven tres formas diferentes de ser (yo creo que es la misma, sólo cambia quién te mira o cómo te miren): la que tú crees que eres, la que ven los demás de ti y la que realmente eres… Jolines, la verdad que la vida es mucho más sencilla de lo que nosotros nos proponemos y si lo piensas, ¿no sería más fácil dejarlo en una sola forma de ser? No tengo ninguna duda, que lo sería, pero es que nos gusta lo difícil, lo complicado.

Fíjate si nos gusta tanto lo complicado, que cuándo nos gusta alguien, no suele ser el niño o la niña buena, sino, el malote, el que tiene pinta de chulo, el que vacila a todos. La niña que no tiene miedo a replicar a nadie y está segura de sí misma (que de mayor, es todo lo contrario, hace que los hombres se acojonen). Son esas personas que nos dicen “no”, cuándo queremos oír un “sí”... Y es que es verdad, nos gusta todo aquello que implica una negativa. Esto, lo aprendemos cuándo somos pequeños. Cuándo tú quieres algo, y tus padres te dicen “no”. Sino, tira de tu memoria, y acuérdate de cuándo eras crío y tu madre o tu padre te decía “no cojas eso del suelo”, y no parábamos hasta que lo cogíamos, con la siguiente reprimenda, o palo en el culo. .. Es verdad, nos gusta lo difícil. A mí me da, pero es una teoría (seguramente absurda) que tengo, y es que en nosotros hay un gen que tiene escrito “tiende a coger el camino más difícil”, y así, desde pequeños, empezamos subiendo al árbol más alto y escalando la montaña por el lado en el que tus padres te dirían: “te vas a caer” Y, efectivamente, te caes…. ¡Qué de cicatrices tengo en mi cuerpo por hacer lo que no tenía que hacer! ¿Qué no me crees? Cuándo era pequeña, y no existía el Betadine o los cicatrizantes incoloros, un día, cogí el bote de Mercromina (¿te acuerdas de cómo manchaba y no había forma de quitarla?), y me puse en todas las heridas que tenía en mi cuerpo… ¡Ah! Se me ha olvidado decir, que era verano, estábamos en la playa y yo sólo llevaba unos pantalones cortos (conocidos ahora como “shorts”, ya que han vuelto a ponerse de moda, pero con colores algo diferentes a mi época), y cuándo mi madre me vio aparecer, se puso las manos en la cabeza y dijo “si parece un mapa señalo”… Es que yo, de pequeña, quería ser un niño y hacía las mismas travesuras, o más, que todos los niños, con lo que ello conllevaba... El problema, es que era algo "patosa" (mi familia diría que no era "algo", sino que era "mucho"), y bueno, ser un culo inquieto y caerte o tropezarte, o ir por dónde no debías ir, era muy mala combinación para no hacerte heridas y que tus padres no vieran que habías hecho, lo que no tenías que hacer. En resumen: castigada + un mapa de cicatrices.


A ver, no quiero decir con ésto, que siempre escojamos el camino complicado. Que lo bonito de las personas, es que aprendemos a darnos cuenta que tenemos la opción de escoger, lo fácil, o lo difícil. Pero para llegar ahí, hemos tenido que tropezarnos varias veces con la misma piedra y darnos cuenta de ésto… Eso sí, yo no estoy muy conforme con el refrán que dice que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, porque yo no sé tú, pero yo me he tropezado hasta tres y cuatro veces con la misma piedra… Y sólo espero, que no haya una quinta…. Más bien, prefiero que sea un quinto de cerveza, a ser posible, bien fresquito y Estrella de Levante, que es la de mi tierra.


Ahora mismo, disfruto cada momento de mi vida, como si mañana no existiera. Aprendo de cada paso que doy en mi camino, para seguir creciendo. Escojo el camino difícil, pero no le doy la espalda a los fáciles, ya que a veces, está genial coger atajos. Decirte que a veces no son tan difíciles cómo parecen ser, sólo hay que aprender a mirarlos de forma diferente. Vive cómo quieras, como yo hago, pero procura no hacer daño a la gente que te quiere, pero... ¡Ey! No te machaques si lo haces, pues no somos perfectos... Los errores, son la prueba de que lo estamos intentando.


Me quito el sombrero ante los periodistas, escritores, blogueros,… es realmente difícil, sentarse, unir palabras y contar una historia, con más o menos sentido… Pero yo lo he intentado, y seguiré intentándolo, ya que estoy en una etapa de mi vida, en la que me digo cada día: hoy me quiero más que ayer, pero menos que mañana, así que volveré con más cuentos, sin horarios, ni fecha definida, porque escribir hace que me quiera un poquito más cada día, y de eso, se trata.

Un placer que me hayas leído. Si te gusta, vuelve cuándo quieras